La economía española de los siglos XVI y XVII
Las transformaciones económicas del siglo XVI
La
revaloración de la tierra como factor de producción, provocada por el
desarrollo demográfico favorable. Esta época se inscribe en una fase de
crecimiento económico y de cambios sociales que se extiende desde la segunda
mitad del XV hasta fines del XVI. Hay dos etapas: la primera, últimos años del
siglo XV y más allá de la mitad del siglo XVI, definida por el estimulo de la
apertura americana. La segunda seria las últimas décadas del siglo XVI y se
adentraría en el siglo XVII, presidida por el paulatino cierre del mercado
americano, en otras palabras que el autoabastecimiento, la revolución de los
precios y el agotamiento del alza anterior.
Unas
transformaciones económicas que producen, en el marco geográfico español,
contrastes, diferencias y peculiaridades entre el interior y la periferia. Los
reinos que componen la Corona de Castilla los más interesantes y en ellos se
sitúa el centro de gravedad de la Península Ibérica; era un territorio rico,
abundante en recursos demográficos y materiales, es en definitiva una economía
de Antiguo Régimen, caracterizada por el predominio absoluto de la producción
de subsistencias, por la debilidad general y la reducida capacidad de los
medios de intercambio, la regionalización de los circuitos económicos, la
frágil productividad y la extrema sensibilidad de las variaciones de la
coyuntura. Marcada por rasgos nuevos como son el incremento demográfico, las
nuevas necesidades, la apertura de nuevos mercados y un nuevo estado de
espíritu que legitima los beneficios. Estas consideraciones se plantean a favor
de dichas transformaciones en el sector agrario a fin de lograr satisfacer la
demanda creciente de alimentos y de materias primas, en las actividades
artesano-industriales y del comercio de cara a un mayor desarrollo y a la
prosperidad de las ciudades.
El crecimiento agrario: expansión de los campos, aumento de las
cosechas y evolución de la cabaña ganadera.
Desde la
segunda mitad del siglo XV e inicios del siglo XVI, experimenta una
transformación rápida, a causa del sentido expansionista de la economía y de la
propia sociedad. Aunque conviene matizar que las condiciones agrarias de España
no eran idénticas ni su tratamiento uniforme para cada región.
Se trataba de
una agricultura caracterizada por el escaso desarrollo de los niveles técnicos
y por el empleo de un utillaje tradicional. Las novedades serán introducidas
durante los siglos XVII y XVIII. El incremento de la productividad agraria sólo
podía conseguirse por la vía de la intensificación del trabajo, o bien a través
de la extensión de la superficie cultivada, esta última vía fue la tendencia
dominante durante el siglo XVI.
El tipo de
explotación agrícola que se está dando es de grandes extensiones sobre todo por
Andalucía, Castilla y Extremadura, es decir, explotaciones de gran propiedad,
se fomenta por tanto el capitalismo territorial. Esta proliferación de grandes
territorios agrícolas choca de frente con los intereses de la ganadería.
El sistema de
cultivos aplicado es el bienal. La viticultura conoció asimismo una notable
expansión en el siglo XVI debido al consumo cotidiano, comercialización y los
precios. Menos extendidos están los cultivos destinados a proporcionar materias
primas al artesanado local y a la industria. Este desarrollo agrícola se ve
favorecido por el cambio y expansión de una economía de autosuficiencia, que a
su vez está caracterizada por la comercialización de sus excedentes en ferias y
mercados locales.
Industria y comercio en el ámbito de una economía agraria.
La expansión
de los campos proporciona un buen florecimiento de las villas y las ciudades,
en las cuales las actividades secundarias y terciarias alcanzaron un nivel no
igualado con anterioridad. Entre los centros urbanos y rurales se produce una
cierta compenetración, por el que los excedentes agrarios circulaban con mayor
solvencia por medio de diversas vías: diezmo, venta, transacción comercial,
hasta el centro urbano más próximo. Para que todo este entramado fuera
eficiente era necesario unas infraestructuras, unos medios de transportes
apropiados y a su vez que las vías por donde vaya a transcurrir ese comercio
sean seguras.
La producción
artesanal estaba orientada a la satisfacción de las necesidades más habituales.
Las actividades manufactureras se revitalizaban por la demanda de la creciente
población y por las posibilidades que ofrecían los mercados surgidos.
Esta
producción industrial tiene su periodo de crecimiento en el siglo XVI aunque no
condujo a ninguna alteración de sus estructuras básicas. Además existió un esfuerzo del Estado por controlar mejor los
oficios y la producción, así en los primeros están organizados por estatutos
señoriales y ordenanzas gremiales; por ejemplo Consulados y Casas de
Contratación.
Predominan
las industrias para el consumo textil, las relacionadas con la fabricación y la
producción de arte junto a la construcción naval, las extractivas y las
siderometalúrgicas.
Las dos rutas
terrestres principales eran desde Castillas a los puertos mediterráneos y otra
era hacia Bilbao, para el tráfico con el norte de Europa. Así mismo el comercio
marítimo mediterráneo desde establecimientos como Barcelona, Valencia, y
Cartagena, y otro atlántico desde Sevilla y Cádiz.
En 1575, la
suspensión de pagos decretada por la Corona, junto con el enorme incremento del
impuesto de la alcabala, produjeron el colapso de las operaciones financieras y
comerciales.
Economía y coyuntura: la revolución de los precios.
Estas
transformaciones económicas aparecen vinculadas de forma directa al proceso del
nacimiento de un incipiente capitalismo. Un factor esencial en la expansión económica
será la mayor disposición de metales preciosos a partir del siglo XVI, con ello
se provocaría una fuerte alza de los precios.
Los precios en el caso español se confirma que
sufren en dicho siglo un alza catalogada de “revolucionaría”, debido ello a la teoría
denominada “cuantitativa” por la que cuanto más metal llega más altos son los
precios, acrecentado todo ello por los desequilibrios entre producción y
población.
Las
instituciones económicas en la España del siglo XVI tuvieron como objetivo
prioritario sanear, regular y hacer mucho más fluido la hacienda, la fiscalidad
y los sistemas de obtención de recursos.
Conviene
recalcar que especialmente durante el último cuarto de siglo el problema de base
que tiene el Estado español es hacendístico. Para solucionar este problema se
llevo a cabo un sistema institucional que garantizase una rápida y regular
percepción de los recursos con el único fin de poder subsanar ese déficit que
estaba contrayendo el Estado. El Estado contaba con grandes instituciones hacendísticas
y financieras en la Corona de Castilla, Navarra y Corona de Aragón.
Debilidad económica y decadencia en la España del siglo XVII: crisis y reactivación.
El
siglo XVII es conocido como la época de la crisis. Una crisis que afecto al
desenvolvimiento económico de toda Europa llevando nuevos motivos a los Estados
para su intervención de manera directa en la vida económica. Uno de los
primeros Estados en mostrarse preocupado será España, puesto que fue de los
primeros Estados en sufrir las consecuencias y sírvase como ejemplo que a la
muerte de Felipe II las arcas estaban vacías haciendo imposible el pago de las
deudas a los banqueros.
Estos
efectos, desequilibrios y sus futuras readaptaciones fueron factores comunes en
Europa, todo ello agravado con disturbios interiores y grandes guerras de por
medio. Las diferencias vinieron marcadas por la determinación y los medios que
cada Estado tenía a su alcance para poder hacer una política especifica que
ayudara a superar la crisis del momento.
Uno
de los elementos de la crisis económica fue los problemas que acusa la producción
tango agraria como industrial. En el caso agrario se le atribuye gran peso las
dificultades que supuso la reiteración de los fenómenos meteorológicos adversos
y malas cosechas. Por otro lado en el caso industrial fue la conjunción de la
rigidez gremial ante la disminución de la demanda como la decadencia del comercio.
Habrá
respuestas para encontrar una salida de la crisis por parte de grupos llamados
regeneracionistas o grupos memorialistas
Crisis económica: las actividades productivas.
La trayectoria
de la realidad agraria durante el siglo XVII es que se producen lo que el autor
llama “operaciones especulativas” en la tierra y su explotación que se le suma
el incremento de la deuda que contraen los campesinos con los dueños llevan a
una gran concentración de propiedad agraria en manos de la iglesia y la nobleza.
Desde el punto de vista de la producción agrícola tampoco experimentó ningún
cambio positivo sino que incluso se llega a reducir la extensión cultivada a
favor de una dedicación significativa para la producción vinícola y la ganadería.También esta crisis cuantitativa de la producción afecta
lógicamente al sector de las actividades industriales, que ven como las
industrias más avanzadas como es el caso de la construcción naval, metalurgia y
la textil muestran claros declives acrecentados por la intromisión extranjera.
Grupo 4: Alberto Arroyo, Carlos Castillo, Julio López y Javier Martínez
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