La Edad
Moderna fue, en contra de lo que normalmente se sostenía hasta mediados del
S. XX, la edad dorada de los gremios y su época de mayor importancia. Esta
afirmación, que será razonada y explicada más adelante nos plantea una
importante pregunta ¿Cómo es que durante todo el S. XIX y la mitad del S. XX se
ha venido sosteniendo todo lo contrario?
La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar, en gran medida, en el sesgo ideológico de la historiografía liberal y los prejuicios y lugares comunes que plagan la idiosincrasia liberal y la imaginería de la Edad Contemporánea.
La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar, en gran medida, en el sesgo ideológico de la historiografía liberal y los prejuicios y lugares comunes que plagan la idiosincrasia liberal y la imaginería de la Edad Contemporánea.
Según esta
imagen preconcebida, la Edad Moderna, identificada con el Renacimiento, la
Revolución Científica y la Ilustración, es un periodo de progreso y transición
entre dos edades contrapuestas. El punto de partida es la Edad Media,
identificada en bloque con el oscurantismo, la brutalidad, la ignorancia, la
opresión del individuo y el fanatismo religioso. La meta es la Edad
Contemporánea, identificada con las libertades individuales, el progreso, el
dinamismo económico y los avances científicos y técnicos, originados por el
liberalismo. Según esta manera de entender la Historia, todo aquello que coarte
la libertad económica debe ser anatematizado e identificado con la Edad Media.
Los gremios no son una excepción y, por lo tanto, se presupone que la Edad
Moderna fue su periodo de decadencia.
Sin embargo,
como avanzábamos al principio, esto no es cierto. En primer lugar, la Edad
Moderna fue, si aplicamos un balance global, un periodo de urbanización y crecimiento
de las ciudades. Esto aumentó el poder de los gremios, organizaciones urbanas,
al dispararse la necesidad de productos artesanales y la presencia e
importancia de oficios organizados de forma gremial.
Además, los
gremios fueron impulsados por las monarquías. Este apoyo por parte de las
monarquías podría inscribirse en el proceso de formación de las monarquías
autoritarias. Dado que los gremios tenían a menudo conflictos con los órganos
de gobierno civiles de las ciudades por motivo de los precios de sus productos,
no es de extrañar que las monarquías, que muchas veces encontraban obstáculos e
impedimentos en sus proyectos por parte de estos últimos, dieran impulso a los
gremios para poderse apoyar en ellos, así como para poder intervenir en contra de éstos a cambio del apoyo de las autoridades municipales. Sin embargo, sería un error considerar a
los gremios como meras herramientas civiles al servicio de la corona en su
proyecto autoritario.
Otro aspecto
relativamente desconocido de los gremios es su profunda división interna, no
solamente debida al conflicto de intereses entre los distintos maestros sino
también a los conflictos entre sus distintos estratos, como, por ejemplo, las
demandas a los maestros por parte de sus aprendices de unas mejores condiciones
de vida y trabajo. Este tipo de enfrentamientos podrían incluso ser
considerados como “conflictos laborales”.
Por otra
parte, muchas veces se exagera el carácter cerrado e inmóvil de los gremios y
el carácter hereditario de su organización. Sin embargo, por poner un ejemplo
contrario, en Dijon, a finales del S. XVII y principios del S. XVIII, la
mayoría de los maestros no eran hijos ni yernos de otros maestros y esta
tendencia prosiguió en aumento durante todo el siglo. Además, aproximadamente
el 8% de los maestros de la ciudad no eran originarios de ella, lo que nos
indica cierto grado de movilidad social.
Por último,
aún siendo cierto que el final del S.XVII y el S.XVIII fueron tiempos de
decadencia para las instituciones gremiales en Inglaterra y los Países Bajos,
no se pueden extrapolar estos ejemplos a toda Europa y tomarlos como
referencia. Así, tomando como ejemplo a las ciudades españolas y francesas, el
periodo de mayor esplendor e influencia de los gremios fue el S. XVIII, época
asociada con la ilustración y a menudo llamada “el siglo de las luces”.
BIBLIOGRAFÍA:
NIETO SÁNCHEZ, Jose A. y LÓPEZ BARAHONA, El trabajo en la encrucijada: los artesanos
urbanos en la Europa de la Edad Moderna, Madrid : Grupo Taller de Historia
Social: Los Libros de la Catarata, 1996
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