domingo, 21 de octubre de 2012

Proyectos de erarios publicos (siglos XVI y XVII). Valle de la Cerda.


El concepto de «proyectos de erarios públicos entre los siglo XVI y XVII» tiene una relación necesaria con Luis Valle de la Cerda. Este autor escribe una obra llamada «Desempeño del patrimonio de su Majestad por medio de los erarios públicos y montes de piedad», que se publica en Madrid en el año 1600. Aparte de ser el primer anteproyecto de la fundación de un banco nacional, el interés de la obra de Valle de la Cerda radica en dos puntos descritos por P.Schwartz así: «arroja nueva luz sobre la diferencia entre interés lícito y usura en el pensamiento de los siglos XVI y XVII, y entiende las ventajas de un sistema financiero bien arreglado para la promoción de la riqueza». (En L. Perdices y J. Reeder, Diccionario de pensamiento económico en España. 1500-1812, Madrid, Síntesis-Fundación ICO, 2000, s. v. Valle de la Cerda, Luis).
Los Austrias menores adoptan alternativamente propuestas de las plasmadas por Valle de la Cerda. Los argumentos que les convencen para promover este modelo económico son fundamentalmente cuatro: la posibilidad de liberarse de las deudas, la posibilidad de disponer de abundantes reservas de dinero, la posibilidad de redimir rentas enajenadas, y la posibilidad de tomar prestamos (bajo garantía hipotecaria) a un interés nunca superior al 5%. Por tanto, un erario es una «caja» garantizada por fondos reales y de las ciudades del reino. Es una vía para canalizar «dineros ociosos» hacia prestamos seguros y baratos; algo similar a un banco público o «nacional». Del mismo modo, el planteamiento de erarios se entiende como una forma de cambiar las fuentes de financiación y de evitar la usura de los capitales a crédito relacionados con otras entidades bancarias. Todo el dinero depositado en los erarios está teóricamente libre de confiscación, aunque fuera por un caso de Inquisición o un crimen. Es importante considerar que los erarios son un intermediario financiero, pero no son bancos públicos municipales como los existentes en la Corona de Aragón.
Existen antecedentes claros de Valle de la Cerda y de sus ideas. Según parece, desde 1555 hay varias propuestas en el mismo sentido. Cabe destacar a Bartolomeo Richelmo, a Pedro de Oudegherste, y a Pedro de Rotis. Las versiones originales del proyecto no plantean la exclusividad de los erarios como en un modelo de monopolio, aunque parece existir la confianza en que su actuación situé el crédito público por encima del privado. La creación del Banco de San Carlos a finales del siglo XVIII seria el final de esta línea de pensamiento económico en la España Moderna, pero el debate puede seguirse hasta mucho después.
En estos proyectos hay un poco de reforma moral, pero sobre todo puede verse un intento de sanear la hacienda pública y de fomentar la actividad económica. Esta propuesta puede situarse dentro del llamado «arbitrismo». Una vez se publican las propuestas de reforma económica, resulta interesante observar cómo reaccionan los grupos de poder o los sectores estamentales que se verían afectados por estos proyectos. Las luchas políticas que origina la reorganización del erario son una muestra del funcionamiento del estado «pseudoabsolutista», y de su cómo sus necesidades económicas le obligan a suavizar su teórica preeminencia centralizada. En ese sentido, los objetivos más concretos de aquellos que participan en la discusión de los proyectos de erarios públicos pueden tener relación con alguna de las ideas expuestas a continuación:
1.      Desbaratar o consolidar la posición privilegiada de los banqueros genoveses
2.      Fortalecer o impedir la autonomía de las ciudades castellanas en el marco de las pugnas entre las oligarquías municipales y los poderes centrales
3.      Facilitar o evitar que la corona pueda tener a mano un enorme capital para salir de sus constantes apuros financieros
4.      Buscar un modelo sostenible que permita mantener a la monarquía, y que beneficie los intereses económicos de los mercaderes y hombres de negocios


Álvaro de Balbín Bueno

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