jueves, 1 de noviembre de 2012


La economía española de los siglos XVI y XVII

Las transformaciones económicas del siglo XVI

La revaloración de la tierra como factor de producción, provocada por el desarrollo demográfico favorable. Esta época se inscribe en una fase de crecimiento económico y de cambios sociales que se extiende desde la segunda mitad del XV hasta fines del XVI. Hay dos etapas: la primera, últimos años del siglo XV y más allá de la mitad del siglo XVI, definida por el estimulo de la apertura americana. La segunda seria las últimas décadas del siglo XVI y se adentraría en el siglo XVII, presidida por el paulatino cierre del mercado americano, en otras palabras que el autoabastecimiento, la revolución de los precios y el agotamiento del alza anterior.
Unas transformaciones económicas que producen, en el marco geográfico español, contrastes, diferencias y peculiaridades entre el interior y la periferia. Los reinos que componen la Corona de Castilla los más interesantes y en ellos se sitúa el centro de gravedad de la Península Ibérica; era un territorio rico, abundante en recursos demográficos y materiales, es en definitiva una economía de Antiguo Régimen, caracterizada por el predominio absoluto de la producción de subsistencias, por la debilidad general y la reducida capacidad de los medios de intercambio, la regionalización de los circuitos económicos, la frágil productividad y la extrema sensibilidad de las variaciones de la coyuntura. Marcada por rasgos nuevos como son el incremento demográfico, las nuevas necesidades, la apertura de nuevos mercados y un nuevo estado de espíritu que legitima los beneficios. Estas consideraciones se plantean a favor de dichas transformaciones en el sector agrario a fin de lograr satisfacer la demanda creciente de alimentos y de materias primas, en las actividades artesano-industriales y del comercio de cara a un mayor desarrollo y a la prosperidad de las ciudades.

El crecimiento agrario: expansión de los campos, aumento de las cosechas y evolución de la cabaña ganadera.

Desde la segunda mitad del siglo XV e inicios del siglo XVI, experimenta una transformación rápida, a causa del sentido expansionista de la economía y de la propia sociedad. Aunque conviene matizar que las condiciones agrarias de España no eran idénticas ni su tratamiento uniforme para cada región.
Se trataba de una agricultura caracterizada por el escaso desarrollo de los niveles técnicos y por el empleo de un utillaje tradicional. Las novedades serán introducidas durante los siglos XVII y XVIII. El incremento de la productividad agraria sólo podía conseguirse por la vía de la intensificación del trabajo, o bien a través de la extensión de la superficie cultivada, esta última vía fue la tendencia dominante durante el siglo XVI.
El tipo de explotación agrícola que se está dando es de grandes extensiones sobre todo por Andalucía, Castilla y Extremadura, es decir, explotaciones de gran propiedad, se fomenta por tanto el capitalismo territorial. Esta proliferación de grandes territorios agrícolas choca de frente con los intereses de la ganadería.
El sistema de cultivos aplicado es el bienal. La viticultura conoció asimismo una notable expansión en el siglo XVI debido al consumo cotidiano, comercialización y los precios. Menos extendidos están los cultivos destinados a proporcionar materias primas al artesanado local y a la industria. Este desarrollo agrícola se ve favorecido por el cambio y expansión de una economía de autosuficiencia, que a su vez está caracterizada por la comercialización de sus excedentes en ferias y mercados locales.

Industria y comercio en el ámbito de una economía agraria.

La expansión de los campos proporciona un buen florecimiento de las villas y las ciudades, en las cuales las actividades secundarias y terciarias alcanzaron un nivel no igualado con anterioridad. Entre los centros urbanos y rurales se produce una cierta compenetración, por el que los excedentes agrarios circulaban con mayor solvencia por medio de diversas vías: diezmo, venta, transacción comercial, hasta el centro urbano más próximo. Para que todo este entramado fuera eficiente era necesario unas infraestructuras, unos medios de transportes apropiados y a su vez que las vías por donde vaya a transcurrir ese comercio sean seguras.
La producción artesanal estaba orientada a la satisfacción de las necesidades más habituales. Las actividades manufactureras se revitalizaban por la demanda de la creciente población y por las posibilidades que ofrecían los mercados surgidos.
Esta producción industrial tiene su periodo de crecimiento en el siglo XVI aunque no condujo a ninguna alteración de sus estructuras básicas. Además existió un  esfuerzo del Estado por controlar mejor los oficios y la producción, así en los primeros están organizados por estatutos señoriales y ordenanzas gremiales; por ejemplo Consulados y Casas de Contratación.
Predominan las industrias para el consumo textil, las relacionadas con la fabricación y la producción de arte junto a la construcción naval, las extractivas y las siderometalúrgicas.
Las dos rutas terrestres principales eran desde Castillas a los puertos mediterráneos y otra era hacia Bilbao, para el tráfico con el norte de Europa. Así mismo el comercio marítimo mediterráneo desde establecimientos como Barcelona, Valencia, y Cartagena, y otro atlántico desde Sevilla y Cádiz.
En 1575, la suspensión de pagos decretada por la Corona, junto con el enorme incremento del impuesto de la alcabala, produjeron el colapso de las operaciones financieras y comerciales.

Economía y coyuntura: la revolución de los precios.

Estas transformaciones económicas aparecen vinculadas de forma directa al proceso del nacimiento de un incipiente capitalismo. Un factor esencial en la expansión económica será la mayor disposición de metales preciosos a partir del siglo XVI, con ello se provocaría una fuerte alza de los precios.
 Los precios en el caso español se confirma que sufren en dicho siglo un alza catalogada de “revolucionaría”, debido ello a la teoría denominada “cuantitativa” por la que cuanto más metal llega más altos son los precios, acrecentado todo ello por los desequilibrios entre producción y población.
Las instituciones económicas en la España del siglo XVI tuvieron como objetivo prioritario sanear, regular y hacer mucho más fluido la hacienda, la fiscalidad y los sistemas de obtención de recursos.
Conviene recalcar que especialmente durante el último cuarto de siglo el problema de base que tiene el Estado español es hacendístico. Para solucionar este problema se llevo a cabo un sistema institucional que garantizase una rápida y regular percepción de los recursos con el único fin de poder subsanar ese déficit que estaba contrayendo el Estado. El Estado contaba con grandes instituciones hacendísticas y financieras en la Corona de Castilla, Navarra y Corona de Aragón.

Debilidad económica y decadencia en la España del siglo XVII: crisis y reactivación.

                El siglo XVII es conocido como la época de la crisis. Una crisis que afecto al desenvolvimiento económico de toda Europa llevando nuevos motivos a los Estados para su intervención de manera directa en la vida económica. Uno de los primeros Estados en mostrarse preocupado será España, puesto que fue de los primeros Estados en sufrir las consecuencias y sírvase como ejemplo que a la muerte de Felipe II las arcas estaban vacías haciendo imposible el pago de las deudas a los banqueros.
               Estos efectos, desequilibrios y sus futuras readaptaciones fueron factores comunes en Europa, todo ello agravado con disturbios interiores y grandes guerras de por medio. Las diferencias vinieron marcadas por la determinación y los medios que cada Estado tenía a su alcance para poder hacer una política especifica que ayudara a superar la crisis del momento.
             Uno de los elementos de la crisis económica fue los problemas que acusa la producción tango agraria como industrial. En el caso agrario se le atribuye gran peso las dificultades que supuso la reiteración de los fenómenos meteorológicos adversos y malas cosechas. Por otro lado en el caso industrial fue la conjunción de la rigidez gremial ante la disminución de la demanda como la decadencia del comercio.
          Habrá respuestas para encontrar una salida de la crisis por parte de grupos llamados regeneracionistas o grupos memorialistas

Crisis económica: las actividades productivas.

La trayectoria de la realidad agraria durante el siglo XVII es que se producen lo que el autor llama “operaciones especulativas” en la tierra y su explotación que se le suma el incremento de la deuda que contraen los campesinos con los dueños llevan a una gran concentración de propiedad agraria en manos de la iglesia y la nobleza. Desde el punto de vista de la producción agrícola tampoco experimentó ningún cambio positivo sino que incluso se llega a reducir la extensión cultivada a favor de una dedicación significativa para la producción vinícola y la ganadería.También esta crisis cuantitativa de la producción afecta lógicamente al sector de las actividades industriales, que ven como las industrias más avanzadas como es el caso de la construcción naval, metalurgia y la textil muestran claros declives acrecentados por la intromisión extranjera.

Grupo 4: Alberto Arroyo, Carlos Castillo, Julio López y Javier Martínez

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